No me cabe la menor duda. Si yo no fuera yo, querría ser fauno (me gusta más el término fauno que el de sátiro) y pasar el tiempo en el bosque disfrutando con las ninfas; aún siendo objeto de sus deliciosas travesuras.
¡Qué bien plasmó Bouguereau mi ensueño, con esa «perturbadora combinación de malicia e inocencia» tan suya!
Jugar con las ninfas… y luego descansar plácidamente durmiendo la siesta. ¡Qué buena vida!
Delicioso.
Saludos.
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Gracias efe. Muy amable.
¡Un abrazo!
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Vaya… no pides nada!!!!! cualquier hombre lo desaría! Yo, más bien seria una especia de ninfómana (no tan exagerada), y entre flores caer rendida en brazos de hermosos jóvenes…. de ilusión también se vive (eso dicen).
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¡Muy bien dicho, Rosa! 😉 En el más puro espíritu calderoniano proclamemos: «…que toda la vida es sueño, y los sueños , sueños son».
Estoy seguro de que serías una ninfa traviesa, encantadora y deliciosa. 😉
Besos, ninfa 🙂
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¡Qué magnífica fantasía, Pablo!
Llevo un tiempo fuera y no he podido ver tus publicaciones todavía; pero ésta me encanta. procuraré ponerme al día pronto.
Un abrazo de fauno a fauno 😉
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🙂 No te preocupes fauno Martín. Siempre es un placer verte por aquí… o en el bosque, con las ninfas. 😉
¡Un abrazo!
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¡Oh Pablo, Pablo! He descubierto su maravilloso blog a través de otros blogs amigos y me he quedado embelesada ante tan fantástica y fantasiosa belleza.
Creo que tenemos mucho en común, Pablo, y pienso quedarme para comprobar si me equivoco o no.
Con un beso de admiración,
Esther
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¡Fantástico Debussy y todo lo demás… jajaja!
Un abrazo, querido fauno!
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Me hacen feliz esas risas… Gracias por tan precioso regalo. Y un abrazo mitológico para ti, querida ninfa Bárbara.
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