Historia, Pintura
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Una historia escandalosa

Cornelis Cornelisz van Haarlem (1562-1638). "El monje y la monja" (h. 1590). Museo Frans Hals

Cornelis Cornelisz van Haarlem (1562-1638). «El monje y la monja» (h. 1590). Museo Frans Hals

¡Vaya, con la Iglesia hemos topado!

Pero no me refiero a esta aparentemente irreverente pintura del holandés Cornelis van Haarlem, El monje y la monja, conocida también como El milagro de Haarlem. Sobre ella, en su artículo «Los Inocentes de Cornelis van Haarlem«, publicado en la revista cultural y artística Alenarte, Pilar Moreno dice:

«La leyenda cuenta la historia de una religiosa que fue acusada de estar embarazada. Para demostrar su inocencia se encargó a un monje franciscano pellizcar en el pecho de la religiosa con la intención de que saliera leche en el caso de ser culpable. La suerte estuvo al lado de la monja y de su pecho brotó vino, simbolizado por la copa de cristal en el cuadro. En cualquier caso no hay nada que avale este supuesto milagro. Curioso es que en el siglo XVI hay muchas pinturas con este mismo tema, religiosos y religiosas en situaciones picantes y comprometidas. Con toda seguridad era una sátira a las buenas costumbres y a la falta de castidad.»

Falta de castidad y a las buenas costumbres entre los religiosos, a todos los niveles pero especialmente llamativos en lo más alto de la jerarquía, que -como es bien sabido- no se limitaron a aquella época de la Reforma. Ejemplo de ello es la «historia escandalosa» a la que se refiere el título de esta publicación y que sucedió bastante antes. Se trata de un periodo conocido como pornocracia, durante el cual, el Papado, estuvo bajo el influjo de dos seductoras mujeres, madre e hija, Teodora (la senadora) y Marozia, a la que vemos en la siguiente ilustración covenientemente manchada de sangre; aunque no se derramara mucha sangre, entonces, sino que se empleaban otros métodos menos teñidos de rojo para matar papas.

Marozia (892-955)

Marozia (892-955)

Desde la consagración de Sergio III en el 904 hasta la muerte de Juan XII, nieto de Marozia, en el año 964, hasta una docena de papas se entregaron a los placeres mundanos que ambas damas les ofrecían. De esos doce papas que conforman el periodo de la pornocracia, llamado también del «gobierno romano de las cortesanas» o como «reinado de las prostitutas«, dos murieron estrangulados; otro asfixiado con una almohada; cuatro fueron destituidos y, de estos cuatro, dos o tres fueron envenenados…

Pero dejemos que sea Alkmst, en una reciente entrada de su blog Arqueología e Historia del Sexo, quien nos lo cuente. Para leer esta escandalosa historia sólo tienes que pulsar sobre el siguiente enlace:

Pornocracia. La Iglesia bajo el dominio de dos mujeres

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